Cuando la directora de la revista me pidió preparar un escrito con el título que acabáis de leer, lo primero que se me ocurrió preguntarle es de qué extensión estábamos hablando. Allí empezaron los problemas. No se puede hablar de tanto en tan poco espacio. De todas maneras, hay que ser agradecidos y, lo primero que procede, es felicitar al Consejo de redacción de esta revista, por su décimo aniversario. Ellos sí están en condiciones de analizar estos diez años. Además de los excelentes artículos técnicos de alto nivel que se divulgan a través de sus páginas, no han dejado de reflejar en todo momento la problemática y temas que afectan a los profesionales del sector.
Por tanto, no voy a explicar qué ha pasado en estos diez años, que ha sido mucho. Tampoco podría hacerlo en tan poco espacio. Me voy a centrar en explicar cómo está la situación actual y, de alguna manera, tratar de entrever el futuro que se nos avecina.
En primer lugar, constatar que existe, después de unos años de una cierta tranquilidad, un nerviosismo creciente en el sector. Por un lado, miembros de ciertos Colegios de Médicos se apresuran a salir en los medios de comunicación, declarando a “bombo y platillo” que la acupuntura (ellos nunca hablan de Medicina Tradicional China) debe reservarse, por ley, al colectivo de licenciados en medicina y cirugía. Basan esta argumentación en una cuestión diagnóstica y de legalidad de la situación actual. Por otro lado, los profesionales no médicos reaccionan con un total alarmismo, viendo peligrar su puesto de trabajo y cuestionándose si el esfuerzo realizado, después de muchos años de estudio, al final no les va a servir para nada.
Algo se está moviendo. ¿Por qué, precisamente ahora, el colectivo médico reacciona de esta manera y se ponen a defender sus intereses corporativistas, así como una supuesta calidad, que muchas veces no poseen en la materia que nos ocupa? ¿Por qué el colectivo de profesionales no médicos empieza una labor tendente, a través de plataformas unitarias, a la regularización del sector? ¿Tiene todo esto algo que ver con el cambio de gobierno que se ha producido en España? Curiosamente todo ello, que siempre (al menos en los diez años últimos) ha existido, se ha acelerado desde el cambio de gobierno. Es algo que viene de antiguo en nuestro país. ¿Qué es lo que ha cambiado entonces? Sencillamente, que en el programa electoral del partido en el gobierno y de quienes lo apoyan, existe, de forma clara e inequívoca, el compromiso de regular el sector, atendiendo las tan ansiadas reivindicaciones de los profesionales no médicos.
En Cataluña, cuyo gobierno tripartito tiene una cierta influencia en el gobierno de España, se han puesto las pilas y el pasado 27 de mayo se celebró una reunión en la Consellería de Sanitat, a instancias de la Consellera Sra. Marina Geli, en la que estuvieron presentes la mayoría de organizaciones catalanas implicadas en materia de medicinas no convencionales. En dicha reunión se acordó, aprovechando el informe realizado, a instancias del Parlamento Catalán, en la legislatura anterior, constituir un grupo de trabajo encabezado por el subdirector de recursos sanitarios y el subdirector general de estrategia y coordinación, a efectos de encontrar la forma de acreditar a los profesionales en activo, así como regular la incorporación de futuros profesionales. Todo ello, por supuesto, redundaría tanto en beneficio de la calidad y seguridad que los ciudadanos se merecen, como en la mejora del estatus profesional de los implicados en este tipo de medicinas, eliminando del sector aquellos que no cumplan con los requisitos mínimos legalmente establecidos.
La verdad es que uno es escéptico respecto de la velocidad con que se va a desarrollar este proceso. Existen otras prioridades en esta legislatura. No estamos ante un tema pacífico y los colectivos médicos no están por la labor de perder atribuciones. En diferentes intervenciones mías siempre he defendido que el tiempo juega a favor, que la realidad acaba imponiéndose, que en el entorno europeo hay otros que van por delante y nos están haciendo una parte del trabajo. Ello no significa que nos debemos quedar de brazos cruzados. Se tiene que hacer, y se está haciendo, por parte del colectivo, una presión permanente, así como tener una actitud in vigilando que permita aprovechar los vientos a favor en el momento en que se produzcan. Y hoy sopla el viento a favor. Cuestión importante es no perder nunca de vista la importancia determinante de la opinión pública. Este es, para mí, el punto más importante de lo que ha pasado en estos diez últimos años. La ciudadanía ya no ve a los profesionales de la Medicina Tradicional China como aquellos curanderos o iluminados que manipulando agujas, haciendo masajes y recetando unas hierbecitas, se ganan la vida engañando a pacientes incultos o desesperados por no encontrar soluciones a sus dolencias. Muy al contrario, las estadísticas nos indican que el nivel cultural de los pacientes de este tipo de medicina es medio o medio-alto. También nos indican la alta valoración que dichos pacientes hacen de los profesionales que las practican. Con algunas excepciones, el mérito es de los propios profesionales que, con su esfuerzo, se han preocupado de tener una alta formación (hoy ya existe la posibilidad de acceder a una formación continuada de calidad), así como al elevado grado de responsabilidad y profesionalidad existente.
No debemos volver a caer en el debate estéril entre médicos y no médicos. Evidentemente que los licenciados en cirugía y medicina deben poder ejercer la Medicina Tradicional China, pero sólo aquellos que cumplan con los requisitos de formación y experiencia que se regulen al efecto. Y por supuesto que su colegio profesional les someterá al código deontológico que les afecta como médicos y venderá la imagen de que son los mejores profesionales en el campo de la Medicina Tradicional China. Nadie les niega esta posición. Lo que no es admisible es que se pretenda una exclusividad. La realidad social acaba imponiéndose y, hay que estar muy ciego para no ver cuál es esa realidad social en nuestro país. Al igual que los colegios de médicos, el sector debe estructurarse en organizaciones fuertes, que defiendan los intereses de sus asociados, desde una posición de nivel y con posturas coherentes y racionales, preocupándose también de la formación continuada de los mismos, de su deontología profesional (expulsando de su seno a quienes atenten contra ella), así como de todas las cuestiones que les afecten en el ejercicio de su profesión (seguro de responsabilidad profesional, exención de IVA, organización de congresos, revista especializada, campaña de imagen, etc.).
Antes he comentado que en otros países de Europa, más avanzados en la materia que nos ocupa y que ya han legislado sobre el tema, nos están haciendo una parte del trabajo. No voy a profundizar en ello. Simplemente comentar que la realidad social en los diferentes países europeos es muy similar en cuanto a las medicinas no convencionales. Curiosamente, normativa al margen, la realidad de los profesionales que la practican también es muy similar. No estaría de más, que los especialistas miembros de las comisiones de trabajo que se ocupen de este tema, echaran un vistazo a lo que han hecho los Heilpractikers alemanes o cómo se han constituido los Practitioner’s Registers ingleses, así como la normativa que les ampara.
Continuando con la situación europea, pero ahora ya con una normativa específica que nos afecta directamente, no puedo dejar de comentar la reciente Directiva 2004/24/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea el pasado 31 de marzo de 2004, que modifica en lo que se refiere a los medicamentos tradicionales a base de plantas, la Directiva 2001/83/CE. Esta Directiva define como medicamentos a base de plantas: “ cualquier medicamento que contenga exclusivamente como sustancias activas una o varias sustancias vegetales o uno o varios preparados vegetales, o una o varias sustancias vegetales en combinación con uno o varios preparados vegetales”. En su artículo 16 bis se establece un procedimiento de registro simplificado para dichos medicamentos. El artículo 16 octavo establece que en el etiquetado se deberán incluir las indicaciones terapéuticas. En el considerando onceavo se establece que los Estados miembros deben reconocer los registros de medicamentos tradicionales a base de plantas, concedidos en otro Estado miembro. El mencionado artículo 16 bis también establece que se trata de medicamentos que, por su composición y finalidad, están destinados y concebidos para su utilización sin el control de un facultativo médico. Por último, el artículo segundo de la Directiva concede un plazo, a los Estados miembros, hasta el 30 de octubre de 2005 para legislar, adaptando su normativa a la misma.
La polémica está servida. Hasta octubre del 2005 tiene de tiempo nuestro gobierno para legislar en conformidad con la mencionada Directiva. Evidentemente englobar a los productos tradicionales a base de plantas en la categoría de medicamentos, debiendo llevar además indicaciones terapéuticas, hará que los farmacéuticos reivindiquen su exclusividad en la comercialización de dichos productos. Por su parte, las herboristerías defenderán su derecho a seguir vendiendo unos productos que en la actualidad se comercializan mayoritariamente a través de ellos. Evidentemente tengo mi opinión al respecto, pero no es lo que ahora aquí interesa. Lo que quiero resaltar es lo que esta Directiva puede representar y, de hecho, va a representar para los profesionales que practican la Medicina Tradicional China. Por un lado van a poder prescribir unos productos que tienen la categoría de medicamentos y en cuyas etiquetas aparecen indicaciones terapéuticas. Ello es de una importancia capital, puesto que hasta la fecha dicho tipo de prescripción estaba reservado exclusivamente a los licenciados en medicina y cirugía, además de lo que va a representar en cuanto a la mejora de imagen profesional. Por otro lado, el Ministerio de Sanidad no podrá dejar de admitir el registro sanitario de unos productos que han sido registrados en otro país de la Unión Europea. Ello tiene su importancia, si atendemos a la realidad actual de cerrajón en este sentido. La Directiva que estamos comentando tendrá una importancia enorme, a corto plazo, al poner en manos de los profesionales de la Medicina Tradicional China los medicamentos imprescindibles para el ejercicio de su profesión, al tiempo que el registro como medicamentos garantizará a los ciudadanos la calidad e idoneidad de los mismos. A mí particularmente que siempre he defendido para los profesionales de la Medicina Tradicional China el término “medicina” , me produce una gran satisfacción que los productos que prescriben estos profesionales tengan la categoría de medicamentos, aunque en su etiqueta se deba incluir la mención “medicamento tradicional a base de plantas para su uso en indicación o indicaciones específicas basado exclusivamente en un uso de larga tradición”, tal como se establece en el artículo 16 octavo apartado 3 de la tan mencionada Directiva.
Como ya me he extralimitado en la extensión que se me había concedido, rogando al Consejo de redacción respete, en la medida de lo posible, la integridad de este escrito, no quiero acabar sin repetir mis felicitaciones por la excelente calidad y dignidad de esta revista que cumple su 10º Aniversario, animándoles a ampliar su divulgación, tanto en España como en los países de habla hispana, y sugiriendo que aprovechen este evento para convocar una conferencia de presidentes de asociaciones de Medicina Tradicional China iberoamericanos, que sirva de puente entre Europa e Iberoamérica, que permita introducir su prestigiosa revista en los países de lengua española, así como en otros temas y colaboraciones de interés, para lo cual pueden contar con mi colaboración desinteresada, si lo consideran conveniente.
* Ramón Mª Calduch es economista, antropólogo especializado en medicina, presidente de la European Chamber of Commerce for TCM y vicepresidente del Consejo de asesores de la Federación Mundial de MTC junto con varios rectores de Universidades de MTC de China. También es vicepresidente de la Fundación Europea de MTC y de PEFOTS.
Ramón Mª Calduch *