Fundación Europea de Medicina Tradicional Complementaria e Integrativa
Originaria del oriente asiático y milenaria como el trigo o las lentejas, esta legumbre tiene gran cantidad de propiedades nutritivas beneficiosas para nuestro organismo.
La soja era considerada por los antiguos chinos como un alimento sagrado y el tiempo les ha dado la razón. Tardó siglos en llegar a los mercados europeos, gracias a misioneros y marinos que iniciaron su cultivo, pero en las últimas décadas su popularidad se ha incrementado al conocerse sus propiedades: contiene grasas insaturadas, proteínas, hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales.
Actualmente su consumo va en aumento. Tiene propiedades antioxidantes, disminuye el colesterol, es cardiosaludable y combate la pérdida de minerales en los huesos. Pero los expertos advierten que se debe consumir con moderación ya que la variedad de soja transgénica puede tener efectos negativos sobre nuestra salud que no han sido totalmente probados.
Para las mujeres, uno de los componentes más interesantes de la soja son los fitoestrógenos. Estos tienen una estructura similar a la de las hormonas sexuales femeninas y al igual que éstas, dejan de segregarse al llegar la menopausia y pueden actuar como ellas, consiguiendo reducir los síntomas de esta etapa, como pueden ser los sofocos.
Pero gracias a la medicina china, la soja también es muy útil para la piel. Los dermatólogos hace tiempo que la utilizan en la composición de cremas y también como ingrediente para líneas de tratamiento.
Para mujeres que al alcanzar una determinada edad reducen la producción de estrógenos, los tratamientos a base de isoflavonas de soja ayudan a mantener la densidad de la piel, conservándola hidratada, elástica y tersa.
Puede inhibir parcialmente la formación de manchas en la piel y la hiperpigmentación derivada de la inflamación que provoca el acné, incluso, retrasar la aparición del vello.
Esta legumbre es barata y fácil de cultivar, ya que crece prácticamente sin esfuerzo, de manera que la industria cosmética ha impulsado la búsqueda de nuevas aplicaciones.
Gracias a estas fórmulas, que consiguen vehiculizar las isoflavonas de la soja, los estrógenos penetran a través de la piel en forma de cremas, geles o pomadas, aportando todos sus beneficios. Normalmente se utilizan concentraciones muy bajas y no hay riesgos de efectos secundarios.
Bálsamos labiales, hidratantes para el cuerpo, productos de higiene íntima, cremas para el contorno de ojos, reafirmantes para el cutis con tratamientos antiedad, mascarillas para el cabello..., son algunos de los últimos productos en el mercado que incorporan este ingrediente milenario.