Fundación Europea de Medicina Tradicional Complementaria e Integrativa
Por Juliana Guzmán - Profesora de la Escuela Superior de MTC
Quiero compartir mi experiencia como acupuntora en Bolivia, porque me ha reanimado la creencia de que, mediante la acupuntura, y posiblemente mediante cualquier otra terapia realizada con conocimiento y con confianza en la capacidad de sanación, los humanos podemos poner a funcionar recursos extraordinarios.
Desde que comencé a estudiar Medicina Tradicional China, observé que la acupuntura es un artículo de lujo en nuestra sociedad. Leyendo las recomendaciones de la OMS sobre la acupuntura me sentí impulsada a valorar otras posibilidades: "muchas regiones del mundo en vías de desarrollo e incluso los países industrializados con zonas rurales donde las necesidades básicas están mal cubiertas, podrían beneficiarse de la acupuntura por su simplicidad y por el bajo coste económico de los instrumentos necesarios para ejercerla".
Muchos años después, este mismo verano, se presentó la oportunidad de ir a Sucre (Bolivia) a ejercer la acupuntura siguiendo las premisas de la OMS. Sin embargo tenía muchas dudas, porque solo disponía de dos meses y, si leía de mi experiencia en Madrid y de lo aprendido sobre la eficacia acupuntural, los problemas crónicos necesitan uno o varios ciclos de tratamiento. …¿Qué casos podría tratar en Bolivia en tan corto periodo de tiempo de dos meses? ¿Sabría enfocar los tratamientos en personas tan diferentes a la cultura que conozco un poco? ¿Qué y a quién me encontraría? ¿Se asustarían ante las agujas?... ¿tendría yo la capacidad de transmitir las posibilidades de la acupuntura?...
A pesar de las dudas, me decidí a ir como cooperante de una organización que lleva más de 35 años trabajando para que los indígenas y campesinos de Sucre y de Chayanta (Potosí) tengan acceso a lo que siempre les ha faltado: educación, sanidad, trabajo ... En seguida, aunque no conocían la acupuntura, me ofrecieron la oportunidad de colaborar en un hospital popular que atiende a las personas más desfavorecidas.
Bolivia, al haber heredado las tradiciones del mestizaje colonial y las culturas precolombinas, es un país multiétnico y pluricultural, rico en la mezcla de tradiciones de habitantes mestizos, indígenas, blancos descendientes de criollos…Cuando vi la variedad de personas que acudían a este hospital popular, supe que tendría que tener una posición versátil, flexible y adaptarme a cualquier situación inesperada. Las vacilaciones no tenían cabida en esos momentos. Habría que funcionar, sí o sí .
Expliqué a los doctores del hospital las posibilidades de esta medicina y valoraron rápidamente la oportunidad de aprovecharse de una terapia barata y, a juzgar por mis palabras, también eficaz. Solo les puse dos condiciones: la primera era que necesitaba al menos media hora de consulta previa para establecer un diagnóstico para cada persona y la segunda que a partir del primer mes solo podría tratar casos agudos, ya que los crónicos no obtendrían muchos resultados, contando con el poco tiempo del que disponía.
Y así empecé. Con un pequeño despachito en el que iba recibiendo, cada media hora, mujeres y hombres del más variado perfil l y a los que después trataba en una sala de prepartos que adaptaron para la acupuntura…Curioso, pero en dicha sala, se estaba gestando algo que, ahora, espero que se convierta algún día en "un buen parto". Pero no nos adelantemos.
El primer día, observé que los pacientes tenían algo más que curiosidad ante una nueva terapia. Tenían auténtica necesidad de ponerse bien y la entrega, a pesar de una cierta prudencia ante los pinchazos, era absoluta. Constaté que ¡las agujas aliviaban sus dolores desde la primera sesión! y eso a pesar de patologías tan crónicas como reuma, artritis, artrosis, ciáticas de varios meses, lumbagos, periartritis escapulo-humeral de varios años, patologías gástricas y del colon derivadas de una alimentación deficiente desde toda la vida…en fin problemas que requerían tiempo, constancia, cambio de hábitos….
¿Qué era lo que estaba pasando allí? ¿Por qué EN TODOS los casos los efectos estaban siendo tan positivos y desde el primer momento? ¿Estaban tan abiertos a la nueva terapia que abrían así las vías de circulación del Qi?... Yo no tenía respuestas definitivas y aún hoy sigo dándole vueltas….
Siguieron los días y aquello empezaba a fluir. Ya no podía pasar consulta previa de media hora, sino que, dada la afluencia de personas que querían tratarse, disponía de cinco minutos para diagnosticar y diseñar los tratamientos. Cada mañana trataba y aliviaba de sus dolores a una media de 15 enfermos….Después de 6 ó 7 sesiones diarias o en días alternos, empezaban a dejar de venir diciéndome "doctorita, ya no me duele"….Yo no daba crédito y pensé que era una fórmula cortes de retirada, pero no, la situación se repetía y tuve la oportunidad de poder constatar los beneficios: articulaciones desinflamadas, recuperación de la movilidad, cefaleas calmadas, recuperación de funciones orgánicas alteradas, etc.
La curiosidad empezó a cundir entre los doctores del hospital y el director, el Dr. Alfonso Dávila, me propuso que les diera clases, si bien no para terminar formados en tan poco tiempo, sí para crear la curiosidad y la inquietud necesaria para que en un futuro próximo se pudiera impartir formación continua en acupuntura para los doctores del hospital.
Durante un mes estuvieron recibiendo nociones básicas de acupuntura y el mismo director, con lo que aprendió en poco más de un mes, ha quedado comprometido en continuar a dos pacientes que,
con mi vuelta a España, se habían quedado en la mitad del tratamiento.
La relación con este doctor ha sido fructífera. Por poner un ejemplo, en una de las salidas a las postas sanitarias de pueblos de difícil acceso, me propuso formar parte del equipo de asistencia. Y allá fuimos, a un pueblo en las montañas llamado Chuqui-Chuqui, yo cargada de agujas pero con bastante escepticismo ya que no creía posible conseguir mucho con un solo día de tratamiento. Error. Nuevamente comprobé la eficacia inmediata de la acupuntura y tuve que ceder ante la evidencia de que esta gente tiene las puertas abiertas para ser curados. El doctor y yo, codo con codo, veíamos a los pacientes, él desde la óptica de la medicina convencional y yo desde la oriental, compartíamos criterios, traducíamos síntomas de una medicina a la otra, interpretábamos en común y diseñábamos el tratamiento más oportuno, complementando ambos enfoques y consiguiendo que todo estuviera orientado en la dirección de lo que era bueno para el paciente. Fue una experiencia enriquecedora para todos, pero sobre todo para mí que estaba emocionada al ver con qué atención, sencillez e inteligencia se puede entender la enfermedad, el dolor, y al ser humano que está abierto a la sanación. Estábamos todos receptivos a lo que pudiera suceder, predispuestos positivamente, y nos sentíamos instrumentos de un acto terapéutico que, al menos en mi caso, superaba mis expectativas e incluso mi comprensión racional de lo que allí estaba sucediendo.
Transcribo algunas de mis notas después del trabajo en Chuqui-Chuqui:
"El Dr. Alfonso, el director del Hospital, prepara una salida al mes de este tipo, para dar atención primaria a las personas que tienen dificultades para desplazarse a la ciudad desde el campo. Con un grupo de especialistas asiste a estas poblaciones en las postas estatales de salud de cada pueblo. Les diagnostica, les pone el tratamiento, les da las medicinas que llevan gratis hasta allá y por último les recomienda que después de un tiempito vayan, sin pagar, a la consulta del Hospital en Sucre.
Me dijo que me llevara mis agujas y yo encantada. He tratado a una chica de 16 años que tenía lumbalgia; me ha parecido que el dolor podría deberse a una cistitis crónica y le he dicho al responsable de la posta que se ocupe de que vaya al médico en Sucre para tratar la posible infección. Con todo, la chiquilla después de la acupuntura ha dicho que ya no le dolía.
Después el "Doc" Alfonso, me ha dicho que me fuera con él, porque estaba viendo a pacientes con dolores diversos. Me ha explicado sus diagnósticos y yo le he contado cómo lo veo desde la óptica oriental, hemos compartido criterios y visto la forma de relacionar los distintos enfoques. Cuando veíamos la oportunidad de tratar con agujas, lo he hecho y cuando no, él les ha puesto un tratamiento. Trabajo complementario y en colaboración. El "Doc" ha estado poniendo en práctica lo que ha ido aprendiendo en las clases de acupuntura. Es un hombre estupendo, abierto, con ganas de aprender, con un trato exquisito a los pacientes, con una humanidad que va más allá de formas aprendidas; trabaja con conocimiento y con corazón.
Así que he tratado otro lumbago de un abuelo que tenía insuficiencia de la sustancia basal de Riñón y osteoporosis: se le ha calmado el dolor.
También un dolor de cabeza de una madre lactante de 17 años que sufría de migrañas y de bloqueo de la humedad interna: se le ha quitado el dolor de cabeza.
También a una señora con jaqueca que era diabética con bloqueo de Qi hepático e insuficiencia de Qi de Bazo: se ha quedado tan relajada que roncaba con gusto mientras tenía las agujas puestas y, al fin, el dolor de cabeza se le ha ido.
También a una mujer que decía que desde hacía tres días le dolían mucho los brazos, el pecho y todo el cuerpo. El "Doc" me la ha dejado entera a mí. Enseguida me he dado cuenta de que su problema era de una tensión emocional grande y después de dos preguntas se ha puesto a llorar manifestándome el gran miedo que tenía porque a su marido lo habían endemoniado…Decirle que las agujas eran como un imán que atraía las fuerzas buenas para pasárselas a su cuerpo y de su cuerpo al de su marido y quedarse relajada ha sido todo una misma cosa. Se ha quedado dormida con las agujas puestas y al despertar ya no tenía dolor.
Cada vez estoy más sorprendida del efecto de la acupuntura. Al principio le dije al doctor que solo podría tratar con una sesión casos que fueran agudos, pero como es que solo recibo casos crónicos, me he decidido a tratarlos…y con efectos positivos.
Creo que es la fe que tienen, la necesidad de estar mejor y la falta de prejuicios, lo que favorece sus mejorías.
Ya ni siquiera me paro a dudar. Tengo la impresión de que haga lo que haga va a funcionar bien.
Ha sido una grata experiencia, no solo por estar con el "Doc" , renegrido de piel y luminoso de alma, también porque estando entre estas mujeres de trenzas largas, cuerpos quebrados por el trabajo, pies endurecidos y agrietados, pero más fuertes que la piel de los zapatos, y hombres acartonados por el sol, envejecidos y encorvados por las faenas del campo…me hace sentir que no tenemos derecho a quejarnos y que tenemos una gran responsabilidad, al menos, de cultivar al máximo lo que la vida nos ha regalado, sin ningún derecho previo".
Otra de las experiencias interesantes, fue en un pueblito, Ocurí, en Chayanta, a 4.500 metros de altitud. Aquí hay un instituto politécnico, en régimen de internado, donde chicos y chicas de 18-20 años, hijos de campesinos, aprenden un oficio y se forman en materias como administración pública, auxiliares de enfermería, agropecuaria, construcción, etc.; cuando terminan, tienen un certificado reconocido por el Ministerio, que les acredita para poder trabajar. El objetivo es que vuelvan a sus poblaciones de origen y hagan extensivo su conocimiento en áreas rurales en las que difícilmente pueden llegar recursos básicos.
"Me han pedido que me quedara para dar clases a los estudiantes de auxiliares de clínica y a los profesionales del hospital de Ocurí. Ya he dado la primera y ha sido de reflexoterapia en los pies. Seguiré con reflexoterapia en las manos y con auriculopuntura. Les ha encantado y a mí más porque escuchaban con el interés de los niños despiertos y resueltos. Esto anima bastante".
¿Y para qué este relato?
He quedado comprometida con el hospital en reunir a un grupo de personas que quieran viajar en turnos para allá e implicarse en impartir formación a los médicos del hospital durante, al menos, dos ciclos, o sea lo que se tardaría en aprender acupuntura para medicina interna y varias especialidades. El propósito es que la acupuntura pueda ser utilizada allí como una terapia más en este hospital que se ocupa de la población menos favorecida de la provincia de Chuquisaca.
Por su parte, el hospital ha quedado comprometido en pagar, al menos, el material de agujas, la estancia y manutención de los acupuntores españoles que vayan allí. Aún están por determinar más posibilidades de financiación por parte del hospital.
Desde aquí, animo a cualquier acupuntor que esté interesado en este proyecto, a que se ponga en contacto conmigo. Os aseguro que quien más se puede enriquecer de esta experiencia es uno mismo. A mí, al menos, me ha removido algunos de los cimientos que ahora siento con más fortaleza.
Recuerdo el aforismo "no me des peces, mejor enséñame a pescar"….
También quiero agradecer, la posibilidad y el apoyo que la Escuela Superior de MTC me brinda con la publicación de estas líneas. Desde el primer momento me he encontrado personas de la institución que se han prestado a dar su apoyo, por ejemplo en la utilización de algún material didáctico.
Juliana Guzmán
Profesora de MTC en la Escuela Superior de MTC
Acupuntora-Homeópata
julianaguzmn@gmail.com